Hay una reunión importante a las faldas del cerro de Zempoala, 6 hombres de diferentes culturas hablando al respecto de negocios, todos están muy contentos sonriendo, platicando, brindando, dándose unas palmadas en la espalda al unísono de felicidad por los acuerdos convenidos. De momento uno parece estar en desacuerdo, es un hombre con características humildes, con calzón(pantalón) de manta, un pañuelo rojo en la frente doblado al mas estilo de campesino en sus horas de mayor trabajo y su morral en color claro y franjas horizontales rojas –¡me voy!- grita el hombre, se levanta y parte detrás del cerro, luego de la consternación de los demás socios la reunión sigue con un ritmo de ánimos variable, no recuerdo los demás socios, ni siquiera los ubico con excepción de 1 solo: yo.
La reunión sigue siendo amena hasta el momento que se interrumpe toda felicidad, un tsuru sedán abate a lo lejos la tranquilidad de la flora y fauna que habitan el cerro. Es un tsuru sedán 2005 por el tipo de modelo, conducido sobre una carretera rural sinuosa, llena de polvo, baches y piedras. Sus llantas anchas con rines de fierro que evitan el desgaste por los golpes, con cada piedra parecen moverse con una habilidad que solo un competidor de rallys podría ejercer. El pánico cunde sobre los 5 restantes al momento que se oyen gritos de amenaza por el mismo viejo que momentos antes había salido frustrado por la reunión.
Recuerdo haber salido corriendo a una velocidad que ni en mis mejores momentos de deporte obtuve, pasando entre hierba y ramas voy, es un descenso de 500m., el camino ya marcado por un zigzag de tierra y lodo se hace más complicado al momento que veo la presencia de un individuo siguiéndome. La persecución continúa hasta el momento que llego a un muelle, junto al muelle hay una casa pegada al río, la casa es color azul cielo pero pareciera que no le han dado mantenimiento en años, pues las capas de pintura parecen descascararse. La puerta es roja de hierro puro, pesada y fría con cristales blancos, decoraciones en forma de rombo, resultan ser un tanto curiosas pues nunca he visto una similar, abrí la puerta con sumo cuidado de no ser descubierto y esperando encontrar un refugio. ¡Oh sorpresa! Es mi madre y mi hermano mayor en el primer cuarto que parece ser la sala, sentados platicando con
Fin del sueño.
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